La pequeña Samissi tiene ocho años, nació con labio
leporino, y nunca había sonreído, o al menos nunca se pudo ver claramente. En
su caso el labio estaba cortado en dos trozos, y le quedaba un trozo de carne
en el centro superior del labio, rodeado de los dientes al descubierto. Esta
niña gando nació con este problema, que es de fácil operación, por lo que
estaba señalada y apartada de los juegos de los otros chicos. Ya se sabe que
los críos tienen sus reticencias a jugar con aquellos que son diferentes y que
hay que trabajar mucho con ellos para que los acepten. Llevábamos más de un año
hablando con sus padres para que accedieran a llevarla a operar. La parroquia
se hacía cargo de todos los gastos de la operación, ellos simplemente tenían
que llevarla al hospital y pagar la manutención del acompañante. Como el sitio
donde la podían operar era Tanguieta, y está lejos de aquí, la familia se fue
negando durante todo este tiempo. Pero por suerte, ha venido una misión de
médicos italianos al hospital de la diócesis que hacía este tipo de
operaciones. Al no ser lejos, su padre se convenció y conseguimos que la
llevase a operar. La cría está irreconocible. La foto es del día que salió del hospital,
todavía con costra de la operación, pero reconozco que fue muy emotivo verla
esbozar una sonrisa. Su vida cambiará sustancialmente, pues pasa a no ser
señalada y podrá sonreír a la vida.
La semana pasada tuvimos el campamento de
verano del movimiento de los niños a nivel diocesano. En esta ocasión
participaron entre responsables y chavales 268 personas. Es un campamento donde
principalmente reciben formación, un montón de charlas. Sorprende ver que
siguen teniendo interés y ganas, aunque el cansancio les hace echarse alguna
pequeña cabezada durante las ponencias. También se examina a los responsables
para que puedan tener la titulación y la pañoleta que les identifica como
tales. Por supuesto no todo queda ahí, hay cantos, bailes, teatros y mucha
diversión. Nos acogieron con cariño desde la parroquia de N´Dali, donde está la
catedral. Yo dormí en un despacho, en el suelo, pero tuvieron a bien dejarme un
colchón. Siento que el cuerpo va envejeciendo y que dormir poco y en ciertas
condiciones acaba dejándome baldado. Pero la ilusión todo lo puede. Como se
aprecia en la foto, estos críos son obedientes, y saben ir organizados, a la vez
que mostraban la alegría del Evangelio cuando paseaban por las calles con sus
cantos y bailes. Visitamos el ayuntamiento, la casa de las hermanas de la
providencia de GAP y el obispado. Un paseo de tres horas al sol que aguantaron
muy bien, aunque en mi caso aumento mi cansancio. Ver la alegría de estos
chavales da fuerzas a cualquiera, así que no hay de qué quejarse. El movimiento
se llama MADEB, que significa, movimiento de apostolado de los niños del Benin.
Y hay que decir que lo hacen de maravilla.