En 1861 llegan a la costa de Ouidah dos valientes misioneros, el padre Francisco Fernández es español. Se abre una puerta a la esperanza con la llegada de los misioneros del SMA. Cuando el rey de Abomey les quiere ofrecer unos sacrificios humanos, ellos le convencen que mejor los haga con animales y no con personas. Como podéis imaginar, también trabajan el tema de la dignidad humana y consiguen poco a poco ayudar a finalizar con el asunto de la esclavitud, cosa que tardaría unos años. Hace 150 años se abrio esa puerta para este pueblo de Benín, el anuncio de la buena noticia de Jesús de Nazaret siempre va acompañado de la restitución de la dignidad de todos los seres humanos. Ahora me encuentro yo en medio de esa historia, espero ser fiel a mi llamada y poder aportar mi granito de arena en medio de tanta pobreza global. De verdad que no conozco mejor fórmula que el Evangelio para poder hacerlo.
jueves, 24 de febrero de 2011
La puerta sin retorno
Puerta en recuerdo de los esclavos que salieron de estas playas |
En la preciosa playa de Ouidah encontramos una puerta con un arco. Se llama la puerta del no retorno. Los esclavos que llegaban aquí, pues había algunos que ya morían en el trayecto hasta la playa, subían a pequeñas embarcaciones para poder alcanzar los grandes barcos que les trasladaban hacinados hasta el nuevo mundo. Muchas veces los pequeños barcos se hundían y todos perecían. En los grandes barcos las condiciones del viaje eran infrahumanas y también morían muchos de los esclavos. Se calcula que sólo llegaban vivos la mitad de los esclavos al continente americano. El haber llegado a la playa y subir a los barcos significaba que nunca más volverían a ver su tierra. Me pregunto si tal como vivimos, no estaremos ante la puerta sin retorno de nuestras vidas. Hay ocasiones en las que si nos metemos en ciertas dinámicas de la vida, luego es casi imposible salir de ellas y volver a la senda que nos permita realizar nuestros sueños profundos.
miércoles, 23 de febrero de 2011
Olvidar no es tan sencillo
Arbol del olvido en Ouidah |
Continuando con la venta de esclavos, en Ouidah podemos encontrar el árbol del olvido. En el viacrucis que hacían los esclavos desde la plaza donde los vendían, hasta la playa donde embarcaban, había a mitad de camino una plaza con un árbol que tenían que rodear los hombres nueve veces y las mujeres siete. Se suponía que con este rito se olvidaban de su pasado, de su identidad y de todo. De esta manera era más fácil manejarlos y que no diesen problemas. También les encerraban en pequeñas cuevas para que se desorientasen y otras mil perrerías. En la actualidad nos ofrecen un montón de cosas para que nos olvidemos de lo que es importante, es momento de preguntarnos si en realidad que nos manejen nos resulta tan gratificante, o si por el contrario preferimos no ser títeres de la economía. Espero que como aquellos esclavos, no olvidemos nuestras raíces y nuestra identidad como seres humanos y sepamos mantener siempre lo importante en nuestras vidas. Ellos se llevaron sus creencias hasta Salvador de Bahía y allí mantuvieron su identidad.
lunes, 21 de febrero de 2011
Cuando alguien carece de derechos
Cañón fuerte portugués de Ouidah |
La semana pasada estuve lejos de casa. Fui a Cotonou con Isidro del SMA y Julián delegado de misiones de Plasencia que volvía para España. El motivo de acompañarles fue que era un residente sin papeles y tenía que legalizar mi estancia en este país. Cuantas veces me he preguntado cómo debían sentirse los extranjeros que se encuentran en nuestro país sin papeles. El problema es que estar sin papeles es estar sin derechos y eso es algo que ocurre históricamente a muchos seres humanos. El pasado domingo fuimos de visita turística a Ouidah, lugar histórico donde empezó el trato con los blancos del rey de Abomey. El rey de Abomey era alguien con mucho poder sobre su pueblo, de hecho para demostrar su poder mataba todo los años en una fiesta a cuarenta y uno de sus súbditos decapitándolos. Este poder fue utilizado por los portugueses para comprarle los esclavos que él ya tenía. Era un trueque, una botella de vidrio por tres mujeres y así podéis imaginar muchos más ejemplos. Uno de los objetos más costosos era un cañón, esto le costaba al rey siete hombres y quince mujeres. Me pregunto en la actualidad si nosotros con nuestro estilo de sociedad no estaremos comerciando con la vida de muchos seres humanos, pues las consecuencias del comercio internacional se cobran muchas vidas.
jueves, 10 de febrero de 2011
Algo inusual
martes, 8 de febrero de 2011
Comienza la escuela
lunes, 7 de febrero de 2011
Los milagros existen
Un lugar llamado milagro
Recuerdo esa maravillosa película que dirigió Robert Redford y me he permitido usar el mismo título para hablaros del hospital que los hermanos de S. Juan de Dios, junto con las teatinas, tienen en Tanguieta. Eso está al noroeste de Benín, cercano a las fronteras de Togo, Burkina Faso y Niger. Un hospital con gran fama en toda la región. ¿A qué se debe esa fama? A que allí operan y curan cualquier tipo de enfermedad, incluso lo más complicado. En Tanguieta hay un montón de médicos de todas las especialidades y de enfermeras que cada año vienen de Europa como voluntarios. Es algo muy de agradecer. Pero el auténtico milagro lo realizan los que están allí cada día, en especial un médico que es muy conocido, por su sabiduría, pero sobre todo por su entrega, fray Florian, hermano de S. Juan de Dios. Pero está acompañado de toda su comunidad y de la comunidad de teatinas, con Martina que es de Burkina a la cabeza como superiora. Entre las teatinas me gustaría destacar a dos que son españolas, Cristina y Encarnación, llevan toda su vida dedicada a esta tierra. Fray Florencio muchos días no come con la comunidad, menos mal que le llevan un bocadillo para seguir sin parar con la consulta. Todo esta capacidad viene de hacer oración todas las mañanas a partir de las 6, rezar laudes a las 6,30 y la misa a las 6,45. Por las tardes, rezan en común frente a la imagen de la Virgen el rosario y las vísperas. Está claro que para poder hacer una jornada ininterrumpida de consultas y operaciones de todo tipo, sin descansar, desde las 8 de la mañana a las 23 horas, muchos de los días, hay que dejar que sea Dios quien te lleve.
De vuelta a casa
La última mañana en Burkina compartí la eucaristía a las 7 de la mañana con los aspirantes al noviciado de los padres blancos y con monseñor Bernard. Que placer celebrar de esa manera, todo tan cuidado y con unos cantos que elevan a otra dimensión. Terminada nuestra corta visita a Burkina nos despedimos de monseñor Bernard y de mi amigo Charlin, que es padre blanco, y de los demás miembros de la comunidad que nos acogieron con tanto cariño. El viaje de vuelta fue tan caluroso como el de ida. Nuestro destino Tanguieta, lugar donde intervendrían a Juan Pablo para extraerle una uña que se había machacado trabajando en la misión y que le estaba dando muchos problemas. Todo fue bien en la frontera de Burkina, pero al intentar entrar en Benín, descubrimos, mejor dicho, descubrió el policía que mi visa estaba caducada, creíamos que era de tres meses, pero era sólo de siete días. Así que tuvimos que sacar una visa de 48 horas en la frontera, por lo que ahora soy un residente sin papeles. Ya estamos solucionándolo con el vicecónsul. Al terminar el trámite descubrimos una rueda pinchada, así que bajo un sol de justicia nos tocó cambiarla. Entre tanto un policía nos hizo una serie de preguntas sobre la fe y la Iglesia y Juan Pablo estuvo dándole una catequesis sobre la marcha.
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