Ayer Viernes Santo recordábamos el vil asesinato del Inocente. Por saberse Hijo de Dios y proclamarlo. Por proclamar que los pobres morían de hambre y que la injusticia imperaba con demasiada facilidad en el mundo. Ayer los cristianos de nuestra parroquia acompañaron la cruz apasionadamente, conscientes de que Jesús había muerto en la cruz por ellos, con lágrimas en los ojos por no entender tanto dolor. Ellos que sufren un montón de injusticias en sus propias carnes se sienten identificados con el Dios cristiano. Hay cosas que les ocurren que es mejor no contar, pero que os puedo asegurar que os harían llorar de rabia y dolor. Estos cristianos son perseguidos y menospreciados, presionados por la sociedad y la familia, aun así entre hoy y mañana vamos a bautizar a ciento ochenta y dos adultos. También quieren hacer pública su filiación a Dios. Veo claramente el sentido de la muerte de Cristo en la cruz de manera muy cercana. Merece la pena entregar la propia vida en favor de quien nos necesita.