A
mi retorno de vacaciones me he encontrando los caminos de la misión casi peor
que nunca, realmente destrozados. Ya me habían dicho que este año las lluvias
habían caído con ganas, una barbaridad, de hecho hay varios caminos a algunos
de los pueblos que están intransitables, también para las motos. No he podido
llegar a dos celebraciones porque en ambas ocasiones me he encontrado el camino
totalmente cortado por camiones que se habían quedado embarrados y hundidos al
mismo nivel y habían hecho imposible continuar. Tanta lluvia nos fastidia a los
que conducimos, pero como es normal les encanta a los agricultores, aunque
alguno ha sufrido que sus campos quedaran arrasados por corrientes de agua. Sin
lugar a dudas el clima está cambiando y eso lo notan las gentes que se dedican
al campo. Pero en medio de todas esas dificultades y de tener que circular muy
despacio con el coche para no estropearlo, una vez más te encuentras a esta
gente que son capaces de hacer lo que haga falta para poder trasladar sus casas
de un lugar a otro. Auténticos maestros del equilibrio, casi podríamos decir
que es milagroso que lleguen al destino sin perder todo el equipaje. Ellos
están acostumbrados a las contrariedades y no les desaniman.