miércoles, 12 de junio de 2013

Lo que cuesta escuchar

Hay comida, es para estar alegres
 Una de las cosas más importantes que hago en mi vida es escuchar. Aquí es una de las cosas que más echo en falta, pues al no entender bien la lengua, cuando alguien quiere contarme algún problema, la situación puede llegar a ser muy complicada. Que gusto nos da cuando alguien nos cuenta algo bello, alguna cosa acontecida en su vida que le llena de felicidad y por eso la comparte. Muy diferente resulta cuando alguien viene a compartir su dolor, sus preocupaciones, incluso sus angustias. Estamos en la época en la que empieza a llover, todo vuelve a estar de un verde intenso, la gente va con sus azadas al campo para poder trabajarlo y posteriormente sembrar. Si todo va bien la cosecha podrá ser abundante y tener comida para el año que viene. Pero este tiempo es de mucho trabajo y la comida del año pasado escasea desde hace meses. Que duro se me hizo escuchar el otro día al catequista más antiguo de la parroquia “no tengo nada para dar de comer a mi familia”. Después de hablarlo con los compañeros le dimos dos sacos de maíz prestados, ahora el maíz tiene un precio altísimo, no es como cuando lo acaban de recoger, si puede ya nos lo devolverá. Ayer por la noche la misma situación nos ha pasado con el catequista más joven. Estos son dos ejemplos, pero en esta tierra hay muchas familias que ya no tienen nada para comer, o que sólo comen una vez al día desde hace unos meses. Por suerte se me sigue haciendo duro escuchar esto. Le pido a Dios que nos de inteligencia para poder ayudar a toda esta gente.