jueves, 24 de marzo de 2011

Peregrinos por la paz



 El pasado fin de semana tuvimos la peregrinación anual diocesana al santuario de Ntra. Sra. De la Paz en Bembereke. Fue para mí la primera vez, pero era la trigésimo octava ocasión que se realizaba dicha peregrinación. El ambiente era realmente bueno, los cristianos unidos, donde son minoría y muchas veces son perseguidos y menospreciados, se sienten fuertes y alegres de poder manifestar su fe juntos. Es un fin de semana intenso, donde se da formación y sobre todo se comparte las distintas experiencias de vida. La gente para llegar hasta aquí lo hace como puede, en camiones, en las rancheras de los Toyota, dos chavales de Fo Boure se hicieron los 30 kms en bici y estoy hablando de críos de 10 años. Otro modo muy usual es el caminar la distancia que toque. Los pies de los peregrinos siempre me han parecido algo especial. Pies descalzos de alguien que es sencillo y que entiende que el suelo que pisa es sagrado, pues la vida es un continuo encuentro con Dios. Esta vez pedimos a la Virgen, bajo la advocación de la paz, que devuelva la paz a este mundo tan necesitado de ella. Para que os hagáis una idea, participaron quinientos niños en la peregrinación. En total pudimos estar más de cinco mil personas.

lunes, 21 de marzo de 2011

Kakikoka, otro sitio especial

Amelia junto a un niño en el centro de renutrición
Nati preparando medicación
Luisa María recibiendo y cuidando pacientes

 El lunes de la semana pasada decidí acompañar a Juan Pablo a la población de Kakikoka a unos treinta kilométros de Parakou. La razón no era otra que instalar, a unas monjas franciscanas que allí residen, una bomba para el nuevo pozo de agua y hacer toda la instalación. Salimos a las siete de la mañana pues el viaje era largo, por supuesto nos acompañaba la cuadrilla de fontaneros que ha formado nuestro amigo Javier. Después de parar en Parakou, para hacer las compras de lo que nos hacía falta para la instalación, llegamos a nuestro destino. Allí nos recibieron seis franciscanas misioneras, tres españolas y tres beninesas. En teoría yo sólo iba para conocer la comunidad y compartir con ellas, aunque al final acabe echando una mano a la instalación de la bomba, había que bajarla ochenta metros con los respectivos metros de tubo de hierro. Ellas tienen un pequeño dispensario donde atienden todo tipo de enfermos, donde siguen haciendo milagros con lo poco de lo que disponen. Con cajas de huevos hacen incubadoras y consiguen que los prematuros salgan adelante. Niños con desnutriciones severas se recuperan y las colas en el consultorio son grandes pues la gente sabe que estas monjas, además de curar, hacen las cosas con un cariño especial. Fue una gozada compartir con ellas ese día de trabajo y poder hacer que volvieran a tener agua en la casa y el dispensario, pues estaban trabajando sin agua corriente. Allí hace unos años, una joven franciscana española de cuarenta años perdió su vida por estos caminos y por esta gente. Ver estas situaciones y recordarlas me hace sentir cada día más pequeño y más querido por Dios.

martes, 15 de marzo de 2011

La catedral de Gamagui


 El lunes de la semana pasada fui en moto a conocer la comunidad de Gamagui. Allí me sorprendió encontrarme con una catedral de cuatro palos y techo de ramas. Con una sede catedralicia que eran cuatro tablones casi a ras de suelo. La comunidad de Gamagui está comenzando, esto quiere decir que reciben sus primeras catequesis en lengua fulfulde. Son pocos los adultos que se acercan, pero sí que hay muchos niños que curiosos vienen a ver a los blancos. Hacer una apuesta por la religión de los blancos es algo con riesgo en estos poblados, pues son mal mirados los que lo hacen. Criticados en sus pueblos por abandonar el islam o la religión tradicional e incluso, en algunos casos, rechazados. Allí pude recibir la lección de esos catedráticos, los que sientan cátedra porque lo que dicen (con su ejemplo de vida) es verdad contrastada por su sabiduría (la del interior). Recibí la mejor lección de Evangelio que nunca había podido escuchar, gente que arriesga todo por seguir a Jesucristo, gente que se va a comprometer a compartir lo que tiene el resto de su vida, sabiendo que nunca tendrán mucho por esta razón. Es apasionante poder compartir con ellos ese rato de catequesis, donde al final te das cuenta de que te han enseñado ellos más de cómo ser cristiano, que todas las palabras que les podamos haber dicho. El mundo sería mucho mejor si aprendiésemos a impartir lecciones con la humildad de la vida de esta gente.

viernes, 11 de marzo de 2011

Elecciones presidenciales


 Este próximo domingo, por fin, va a haber elecciones presidenciales. Digo por fin porque se han retrasado en dos ocasiones a causa de los problemas que ha dado el nuevo sistema informático para identificación de los votantes. Lo cierto es que en este país no ha habido problemas de consideración en las elecciones las últimas veces, pero en esto tiene que ver mucho la conferencia episcopal de Benín. Siempre que van a realizarse elecciones se hace un trabajo serio en favor de la unidad y de la paz. Se hace campaña para que se respete al candidato elegido y no surja la violencia. Cáritas de Benín lleva meses haciendo campaña y la conferencia episcopal también. Cerca de aquí, en Costa de Marfil, el presidente anterior, que no ha salido reelegido, no quiere irse y están en guerra. El mundo anda revuelto en estos momentos y en la Iglesia de Benín no dejamos de pedir por la paz y porque sepamos aceptar los resultados electorales. En los dos carteles que veis, hechos por la conferencia episcopal, se puede ver el trabajo en favor del voto libre para las mujeres y al cardenal Gantin, ya fallecido,  pidiendo que se nos gobierne en un espíritu de servicio y de amor.

lunes, 7 de marzo de 2011

Presentación formal

Charles, el hombre paciente
Christian y Marlice compañeros de andanzas
 En el anterior escrito os he hablado de mi comienzo a sufrir con el estudio del baatonu, ahora paso a hablaros de quien realmente me sufre a mí, de esto saben mucho alguno de mis hermanos. Las clases las hago de martes a viernes, de 9 a 12 de la mañana. Nuestro profesor es un catequista de la misión de Bembereke, se llama Charles, además es carpintero y padre de familia. Un hombre realmente paciente con nosotros. Los que me conocéis sabéis bien que para estas cosas soy un poco inquieto, no hago nada más que hacer preguntas como una ametralladora, él me tiene que decir que tranquilo que ya vendrá poco a poco todo. También me está ayudando con el francés, pues la clase es francés-baatonu y hay muchas palabras que me toca buscar en el diccionario ya que mi francés es escaso. Uno de los problemas que tengo, sobre todo a partir de las 11 es el sudor. El calor es intenso y empiezas a sudar por todas partes, algo desagradable, sobre todo cuando tienes que escribir. Se me resbala el capuchón y no consigo abrir el boli. El cuaderno pasa a quedarse empapado si tengo que escribir al principio de la página, por lo que me las tengo que apañar para escribir con el brazo en alto para no apoyarlo en el papel. Mis dos compañeros de clase son una monja camerunesa Marlice y un seminarista de nuestra diócesis pero que es del sur y no sabe la lengua, se llama Christian. Ya que estoy en Bembereke ayudo a Alejandro y le celebro la misa de 7 de la mañana en francés lo que me ayuda a mejorar la pronunciación. Antes rezo laudes con Christian.

jueves, 3 de marzo de 2011

Kenosis, hacerse niños

Bio, ese gran maestro
 El martes de la semana pasada comencé en Bembereke mis clases oficiales, con método, de Battonum, es la primera lengua que tengo que aprender en este país. Me acoge la misión de Bembereke que depende de la diócesis de Oviedo y en la que se encuentra Alejandro, un misionero de sesenta años con espíritu joven y muy jovial. Empezar a cierta edad a estudiar se hace difícil, la memoria no es tan buena como en otros tiempos, uno se cansa antes y bajo este calor intenso se hace un poco agobiante las tres horas de clase matinales. Pero si hay algo importante aquí es aprender la lengua de la gente con la que vivimos y compartimos el día a día. Para ellos el que hables su lengua te hace uno más del pueblo, dejan de considerarte extranjero. Esto sólo se puede hacer desde el abajamiento, desde la kenosis. Dios decidió abajarse para hacerse uno de nosotros y poder compartir más de cerca con nosotros, se hizo niño y creció junto a nosotros y sufrió por nosotros. Sin querer compararme a Cristo, tengo claro que me toca hacerme como un niño, que me repitan todo muchas veces, que se rían conmigo porque lo hago y digo mal. También me toca sufrir la desesperación de ver que no avanzo, de ver que pasa el tiempo y no consigo hacerme entender ni entenderles a ellos. Habrá momentos donde piense que el esfuerzo no merece la pena, pero seguro que al final, el poder ver que me integro como uno más en la vida de esta buena gente, me hará esforzarme para seguir adelante con mi empeño. Dicen que para empezar a entender un poco hacen falta unos dos años. Para comenzar, la semana pasada tuve como primer profesor a Bio, un chico que no sabía su edad pero que pronunciaba divinamente por lo que me dijeron. Él, con mucha paciencia y jugando a contar baldosas, me enseñó a decir los números del uno al diez.