martes, 30 de abril de 2013

El que algo quiere, algo le cuesta

Hace quince días preparamos un encuentro de jóvenes de las dos parroquias del sector, pusimos un precio de participación bajo para que los chavales se animarán a ir, doscientos francos cefas, lo que viene a ser treinta céntimos de euro. Con ello harían tres comidas. El caso es que el transporte corría por su cuenta, cada pueblo se organizaba como podía. Unos vinieron en los camiones típicos, otros en los taxis a rebosar, viajan sentados en el techo de los coches. Pero en dos de nuestras comunidades los chavales ya  no tenían ni un céntimo más para transporte. Así que treinta y tres chavales de Siki se hicieron 25 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta en bici para poder estar en el encuentro. Lo cierto es que los chavales de esta comunidad no me sorprendieron, pues suelen ser muy activos y están bastante comprometidos en todo lo que se hace. Pero de repente aparecieron veintidós chavales de la comunidad de Kosia, comunidad que está creciendo mucho, pero que no había participado todavía en ningún encuentro de jóvenes, me alegré mucho de verles. Después de hacer todas nuestras actividades del sábado y del domingo, al terminar la comida, cuando tenían que partir, les pregunte a los de Kosia que dónde estaba su taxi o camión. Ellos con gran naturalidad me dijeron que no tenían, torpe de mi les pregunté que cómo habían venido. Era evidente, andando. Así que hicieron 15 kilómetros andando para venir y otros tantos para volverse. Luego yo me quejo porque para ir a celebrar, por supuesto con el coche, me encuentro el camino cortado en tres ocasiones diferentes y me hacen dar rodeos y pasar por sitios complicados. Sólo espero que de verdad sepamos llenar de auténtico contenido cada encuentro para que su esfuerzo merezca la pena.

sábado, 13 de abril de 2013

Esta mujer necesitaba bautizarse

En este tiempo de Pascua me gustaría compartir una cosa que me sucedió el domingo de resurrección en una comunidad Gando. La pascua es tiempo de bautismos de adultos, ya había celebrado otras dos eucaristías con sus correspondientes bautismos en otras dos comunidades, quedaba la tercera de la mañana. Por primera vez iba a bautizar en lengua fulfulde, cosa que estuve preparando con interés, la cuarta lengua en la que bautizo. Cuando llegué a la iglesia, el catequista me dice que una de las tres mujeres que debía bautizarse no podrá hacerlo, pues ha parido esta madrugada. Así que como es normal aquí, acordamos que no pasaba nada y que ya lo hará el año que viene.  Pero resulta que nada más empezar la celebración aparece una mujer con cara de cansancio y con otra chica que portaba un recién nacido. Miré al catequista y él hizo el gesto afirmativo, era ella. Lo cierto es que me emocioné. El dispensario está al lado de la iglesia, seguro que al oír los canticos de la misa de resurrección no dudó en venir. Sé de la fortaleza de la mujer por estas tierras, de la capacidad de sobreponerse a cualquier sufrimiento y al parto. Pero me dejó maravillado las ganas de bautizarse de esta chica joven. Realmente sentí que la resurrección de Jesús no es en vano, que hay mucha gente humilde que necesita a Dios en su vida.