Noche de Vigilia Pascual, día de Resurrección, han sido dos días intensos, días donde he podido vivir con emoción las celebraciones. Emocionante es oír el anuncio de la resurrección en baatonum, fulfulde, itamari, francés e inglés. Emocionante es ver que uno vuelve de las celebraciones con el coche cargado de mangos, ñames, pollos vivos, huevos y otras cosas que nos han regalado como agradecimiento, regalos de gente muy pobre. Emocionantes son las celebraciones donde todo el mundo participa activamente, cantando, bailando, haciendo los gritos típicos de alegría de cualquiera de sus fiestas. Emocionante es ver como al bautizarles van a ponerse un traje nuevo pues saben que son hombres y mujeres nuevos. Pero nada de eso tiene importancia si no fuera por la gente con la que celebramos, por la apuesta seria que hacen por su fe. Entre estos dos días hemos bautizado a ciento ochenta y tres nuevos adultos en la fe, hemos casado a varias parejas, hay unos cuantos que han recibido por primera vez la comunión. Ayer me preguntaba si tenía sentido que Dios diera la vida por la Humanidad. Aquí descubro que tiene todo su sentido. Los bautizados, por abrazar la fe, son en muchas ocasiones expulsados de sus familias, se les quitan las tierras, se les niega el trabajo. Aun así cuando les preguntas si están seguros de querer bautizarse, dicen que sí. Hay gente joven, pero también gente mayor a las que les preguntamos por qué se complican la vida a tan avanzada edad y te contestan que quieren seguir a Jesús con una sencillez y con una seguridad asombrosas. Una chica tuvo un problema, este consistía en que el chico con el que se quería casar le dijo que si se bautizaba él no quería saber nada de ella, ayer por la noche la bauticé. En esta tierra los cristianos son minoría. Pero bendita minoría, con que alegría celebran su fe, con que emoción escuchan que Dios está vivo y que vive por ellos. Una emoción muy profunda me llena cuando veo la apuesta de vida que hacen, ser cristiano aquí no es un convencionalismo o una tradición, es una auténtica apuesta de vida y sólo se puede hacer si descubres a Dios resucitado en tu vida.