D. Alfonso Milian
Sorribas falleció el pasado jueves, era un buen hombre sin lugar a dudas. Pero
¿tiene sentido que hable de él en el blog de la misión? Por supuesto, el fue mi
primer obispo como sacerdote y también fue el que me permitió ir a la misión y
me envió a ésta. Que importante es cuando sentimos una vocación que alguien la
refrende, porque sino contrastamos con alguien lo que sentimos, podemos quedarnos
en el mundo de los caprichos personales y no tener una visión más amplia de la
vida. D. Alfonso, siendo consciente de mi vocación y viéndome perseverar en la
demanda, accedió a dejarme partir de la diócesis, fue un gesto de clara generosidad
por parte de la diócesis de Barbastro-Monzón, pues faltan servidores del
Evangelio en lo que al ministerio sacerdotal se refiere. Esa generosidad fue recompensada
con dos nuevos seminaristas que ya son sacerdotes. El amó la misión, y vino dos
veces a visitarla, la segunda vez, casi no pudo contarla, pues estuvo grave en
el hospital a causa de un golpe de calor, por suerte pudo volver a España sano.
Era buen consejero y siempre tuvo palabras de apoyo hacia mi labor. Este verano
estuve con él, no podía ser de otra manera, y cuando le conté lo del cambio de
misión me dijo que se alegraba mucho y que siguiera confiando en mi vocación y
sobre todo en el Señor. D. Alfonso, gracias por haber sido un buen pastor, un
buen hermano y un buen amigo.