El otro día fuimos a la comunidad de Moosi, allí como
es costumbre, junto al presidente y los catequistas, le llevamos la comunión y
rezamos con el antiguo presidente, ya muy debilitado por la edad y casi ciego.
Esta vez fuimos con D. Ángel, obispo de Barbastro-Monzón. La historia del
presidente durante estos últimos tiempos está siendo bastante dura. El año
pasado perdió a un yerno por una picadura de serpiente, hace tres meses a su
mujer, hace un mes a su hija que se había quedado viuda, también por una
mordedura de serpiente. Y el otro día a un nieto, de unos veinte años, hijo de esa
pareja fallecida. Algo que a muchos les habría sumido en una depresión e
incluso en la falta de confianza en Dios. Pero este hombre, cada vez que le
vamos a ver, esboza su sonrisa, está deseando nuestra visita. Y esta vez, con
un obispo cercano y cariñoso, no dudó en sonreír a la vida con todas sus ganas.
Gestos sencillos que hacen, que a pesar de todo, la alegría pueda volver a la
vida de los que sufren, aunque sea por unos instantes. Hombre de fe y
convicciones profundas este anciano presidente.