En el
día de hoy todo son buenos deseos para el año que viene. Quizá si mantuviéramos
esa actitud a lo largo de todo el año, nuestra manera de mirar la realidad del
mundo cambiaría, y algo todavía mejor, cambiaríamos la manera de vivir y
comprometernos. Mi deseo es que el niño Dios, que es el Príncipe de la Paz, nos
haga a todos vivir en Paz, no sólo el año que viene, sino el resto de nuestras
vidas. Paz interior que falta muchas veces, motivada por demasiadas
preocupaciones que nos imponemos y también por nuestros errores en nuestros
comportamientos. Paz exterior que falta en todo el mundo, pero de manera
especial en este continente africano, donde cada día surgen conflictos y
violencias. Los niños miran con ilusión y expectación las cosas del día a día,
incluso las más simples y corrientes. Recuperemos esa ilusión, aunque nuestra
vida no sea todo lo “limpia” que nos hubiera gustado. Disfrutemos de lo que
merece la pena y de quienes merecen la pena. Hay mucha gente que nos quiere,
aprendamos a reconocerlos y apreciarlos
a lo largo de nuestra vida. Que el año que entra nos traiga a cada uno la buena
noticia de sentirnos inmensamente amados. Que hagamos entre todos un feliz año
dos mil catorce para la humanidad.
martes, 31 de diciembre de 2013
martes, 24 de diciembre de 2013
La ternura de Dios
En este día de Noche
Buena, donde Dios hecho niño se nos ofrece con toda su ternura, no puedo dejar
de contar algo que me toca en lo más profundo desde hace tiempo. Es cierto que
en ocasiones, cuando uno ve la dureza de la vida, uno se pregunta ¿dónde está
Dios? Pero la respuesta la encuentro rápidamente. Cada vez que voy a uno de
nuestros pueblos, o salgo a pasear por las calles del que habito. La gente que
me saluda y sonríe, los niños llenos de tierra y suciedad que te cogen, te
abrazan, te llaman por tu nombre. En esos momentos siento como Dios me está
llamando por mi nombre con todo su cariño. Pero lo que me muestra la
desbordante ternura de Dios es cuando en cada pueblo se acerca a nosotros la
gente discapacitada, sobre todos los que tienen alguna discapacidad psíquica.
Su sonrisa, su limpieza de corazón, esos abrazos que hacen a uno conmoverse,
aunque también te hagan echar la ropa a lo sucio por como acaba, esos son
momentos que no cambiaría por nada. Es pura ternura y afecto la que me dan
todas esas personas, no hablan, no me entienden, pero siento como me quieren,
me siento verdaderamente conmovido por ese misterio que a uno le descoloca, no
es otro que el del Amor sincero. Gracias Dios por ser tierno conmigo, por
haberte mostrado pobre en el pesebre y seguir mostrando tu ternura en los más
pobres y desfavorecidos. Os deseo feliz Navidad y que cada uno seamos Ternura y
Amor para los que nos rodean.
viernes, 13 de diciembre de 2013
¿Tus pechos están dulces?
Esta
es la forma de decir ¿qué tal estás? por estas tierras. El martes pasado traje
hasta el centro de niños desnutridos de las hermanas de Fo-Bouré a dos niñas
gemelas. Su madre no tenía leche en los pechos y por suerte para estas niñas,
las monjas ayudarán a esa madre para intentar sacarlas adelante. Pero la vida
aquí siempre ha dependido de los pechos dulces de la madre. Si la madre no
tiene leche, o está enferma y la leche no es de buena calidad, los niños se
mueren. Pues no hay otra forma, asequible para ellos, de sacarlos adelante. En
el centro de las monjas se siguen muriendo demasiados niños, muchos llegan
demasiado tarde para que se pueda hacer nada. Pero también es cierto que se
salva la vida de muchos otros y se educa a las madres para que sepan
alimentarlos en el futuro y detectar las carencias nutritivas. El lenguaje
viene determinado por la cultura y esta a su vez por la vida. Por eso es
importante que nuestros pechos estén dulces, eso querrá decir que disfrutamos
de buena salud y nos encontramos bien. Pero lo que es más importante, que
sabremos dar vida a quien nos necesite. Esperemos que ante la venida del Niño
Dios todos sepamos acogerle con ese dulzor tan necesario para nuestras vidas.
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