domingo, 22 de enero de 2012

El tiempo pasa volando, o quizá no

Mi buen apetito sigue sin cambiar con el paso del tiempo
El pasado día once de enero hizo un año que llegué a Cotonou. Lo cierto es que me parece que todo ha pasado demasiado rápido y que fue hace poco cuando aterricé por estas tierras. Sin embargo al echar una mirada atrás me doy cuenta de la cantidad de cosas vividas, de momentos intensos, de nuevas gentes conocidas y de historias compartidas. Creo que en realidad es cuestión de la edad esto de mirar como pasa el tiempo. Cuando uno es niño o joven cree que el tiempo pasa demasiado lento. La razón es que se desean vivir todas las novedades y nuevas experiencias posibles cuanto antes mejor. Luego, al pasar de los años, uno va dándose cuenta que lo que quiere es vivir cada nueva experiencia, cada nueva relación, de manera profunda y duradera, gustando lo más maravilloso de cada encuentro, de cada cosa que nos rodea. Sin embargo es cuando percibimos como el tiempo pasa irremisiblemente rápido y que ya se ha vivido mucho y desperdiciado bastante. Por más que nos lo dijeran de jovencitos, sólo la propia experiencia te hace caer en ello. Aquí el tiempo se vive de otra manera, no hay prisa cuando te vienen a ver y en raras ocasiones ves a la gente correr, lo importante es hacer las cosas, no hacerlas rápidamente. Supongo que estos lugareños saben disfrutar más de lo que hacen que nosotros. En la vejez quizá nos demos cuenta de que las prisas sirven para poco. Creo que porque Dios es ya muy viejo es por lo que es atemporal y disfruta de cada segundo como si fuera una eternidad.

viernes, 6 de enero de 2012

Queridos Reyes Magos

Una vez más habéis pasado por esta parroquia de manera distinta a la que lo hacéis allí por España. No habéis participado de ninguna cabalgata, no habéis tirado caramelos y no os hemos escrito cartas. Pero sin lugar a dudas vuestra magia se ha hecho sentir. Hoy es día de colegio para los niños de aquí pues no es festividad. ¡Que regalo más inmenso el colegio! No todos los niños han tenido ese regalo hoy, pues a muchos les toca picar piedra, cuidar a los animales, recoger leña, hacer la comida. ¿Comida? Otro gran regalo para hoy que nos habéis traído y que esperamos no falte en exceso como suele ocurrir. Aquí no necesitamos muñecas, pues desde muy pronto cuidamos de nuestros hermanos pequeños, por eso este año sabemos que habéis venido cargados de salud para ellos, pues nuestro problema no es que se rompan las muñecas, sino que la muerte de los niños de menos cinco años es demasiado frecuente y a nosotros nos gusta cuidarlos. A pocos kilómetros de aquí, junto a la frontera con Nigeria, en ese país vecino, están matando a los católicos unos intransigentes. Durante la celebración del nacimiento del niño Dios mataron a cuarenta. Nos encantaría que dejaseis para este año un gran puñado de paz de la buena, de esa que trae Dios a raudales. Sabemos, desde hace años, que una de las cosas más mágicas que hacéis es mover los corazones de la buena gente y conseguir que nos echen una mano para poder salir de esta miseria. Por eso nos encanta ver que allí donde viven mejor pasáis haciendo mucho ruido para que no nos olviden. Por todo ello un año más os damos las gracias. Fuisteis los primeros en reconocer en ese Niño indefenso a un hombre que iba a padecer (mirra), a un rey (oro) y a Dios (incienso), eso os hace especiales y nos enseña a reconocer en los más indefensos a Dios.