Cuando estamos a punto de clausurar este año,
creo que debo hablar de la ilusión vivida en el día de ayer por la buena gente
de aquí. Un contenedor llegaba al pueblo y era para la misión. No era para
ellos directamente, pero saben que cuando algo llega para la misión, al final
siempre les beneficia a ellos de una u otra manera. Al abrir el contenedor se
formó el alborozo, sobre todo en los niños, había muchísimas bicicletas y ellos
están deseosos de tener una. De hecho, dos monaguillos de Seeru, ya han
reservado las suyas, pues les conté que venían y que si las necesitaban para ir
al instituto, eran los primeros en tenerlas, pues hacen 5 kilómetros a pie,
cuatro veces al día, con una fuerte subida y el calor que no nos abandona, para
ir a clase.
Pero la ilusión comenzó el año pasado, cuando
un buen amigo me propuso enviar un contenedor con unos tractores, otro buen
amigo se sumó y empezó a hacer campaña de recogida de bicis, muchos más amigos
se sumaron para aportar distintas cosas y ayudar económicamente a poder hacer
realidad este sueño. Por fin esa ilusión que tantos amigos de España han puesto
para que se hiciese realidad, ha llegado a cumplirse.
A mí me hace ilusión tener amigos en España
como los que tengo y poder ver sonreír a esta gente con tan poca cosa, todos
dispuestos echar una mano cuando hace falta. Que esta ilusión no nos falte el
año que entra para todas las cosas que tengamos que realizar.