Terminamos
el mes de mayo de una manera atípica, como así hemos pasado todo el mes, al
igual que el de abril y parte del de marzo. Vida mucho más sosegada, aunque no
han faltado las complicaciones y cuestiones a resolver, ha sido vida
principalmente sedentaria, pues no hemos hecho visitas a los pueblos para las
celebraciones, catequesis y otras
reuniones. El ambiente en el país, por lo menos aquí en el norte, es muy
distendido, el bicho no ha afectado por estos lares y no hay sensación real de
peligro, lo cual es ciertamente peligroso, pues la población no toma muy en
serio las medidas de prevención. Durante este mes hemos vivido unas elecciones
municipales y todo ha transcurrido con normalidad, los institutos han comenzado
de nuevo, y nos han anunciado que
podremos volver a celebrar en la iglesia a partir del día dos del mes entrante.
Para ello tuvimos una reunión los sacerdotes de la diócesis el viernes pasado,
donde tomando como referencia las consignas del gobierno, decimos qué cosas
pondríamos en marcha, cuales no y que dificultades podríamos encontrar a la
hora de hacer seguir las normas. Muchas reuniones, celebraciones sacramentales,
etc, deben esperar al mes de octubre, pero por lo menos vamos a intentar
retomar las celebraciones eucarísticas con los fieles dentro de las iglesias.
No será fácil hacer seguir las normas, pero esperamos conseguirlo con paciencia
y educando. La gente ya estaba con muchas ganas de poder volver a empezar a
rezar juntos en el templo, es algo que han echado mucho de menos, y el martes,
cuando anuncie a todos los catequistas que volvemos a comenzar, seguro que
habrá una explosión de alegría por la buena nueva.