lunes, 28 de octubre de 2013

Compartir es algo deliciosamente duro

Hace un par de fines de semana me fui al pueblo de Bori junto con los responsables del movimiento de los niños de la diócesis. Fin de semana intenso, con trabajo y charlas que dar y escuchar. Es una alegría compartir con los otros los proyectos comunes y las ilusiones para este curso. Sin lugar a dudas tomar un buen sokuru (ñame pilado) con salsa es algo muy agradable, aunque lo tengas que hacer con las manos. Eso sí, siempre que la salsa no esté muy picante. Algo más durillo se hace el desayuno con esa papilla agría que llaman bulli, pero todo puede pasar. Donde realmente uno descubre que empieza a hacerse mayor es cuando toca intentar  dormir toda la noche sobre una esterilla de plástico, con algún escorpión paseando por el lugar (al que vimos lo matamos) y con una temperatura nada fresca. ¿Dónde quedaron los años de campamentos? Me encanta hacer intercambio de culturas, compartir con ellos su vida, pero reconozco que tengo mis limitaciones y que ya no estoy para ciertos jolgorios. Aunque para acabar nos deleitaron con una bebida extraída de los palmerales. Una bebida con alcohol y algo dulce llamada bam. Por suerte algo que siempre se puede compartir es el Amor verdadero, por eso a Jesucristo se le entiende en cualquier cultura.

martes, 22 de octubre de 2013

La punta del iceberg

 El pasado domingo, con motivo del día de las misiones, recibí unos cuantos correos de felicitación. La verdad es que me hace ruborizar las cosas que alguno piensa de mí y de mi labor por estos lares. Creo sinceramente que se sobrevalora la misión que hacemos los que estamos lejos de casa. Es cierto que hemos renunciado a los nuestros, pero también estamos realizando una labor que llena del todo nuestra vida. No está exenta de dificultades y momentos duros, pero ¿qué vida está exenta de eso? En definitiva, me parece que el problema es que se minusvalora la labor que mucha gente está realizando en su casa, sin salir lejos de ella. Una labor callada, una labor constante, un trabajo incansable para mejorar nuestro mundo. Sin haber mamado eso, yo hubiese sido incapaz de plantearme algún día venir hasta este recóndito lugar. Esa labor que continua haciendo tanta gente es la que me sostiene cada día para intentar realizar mi misión de la mejor manera posible. Sin vuestra oración, sin vuestras ayudas materiales, pero sobre todo, sin vuestro cariño sincero, no sería capaz de afrontar este reto. Creo sinceramente que he tenido la suerte de sentirme a lo largo de la vida muy querido, y mi labor principal aquí es saber querer de manera profunda a cada uno de mis parroquianos. Yo soy sólo la punta del iceberg, sois vosotros los que estáis amando profundamente a esta gente. Dios me ha mostrado siempre su Amor y Amor con amor se paga.