El pasado fin de semana tuvimos la peregrinación anual diocesana al santuario de Ntra. Sra. De la Paz en Bembereke. Fue para mí la primera vez, pero era la trigésimo octava ocasión que se realizaba dicha peregrinación. El ambiente era realmente bueno, los cristianos unidos, donde son minoría y muchas veces son perseguidos y menospreciados, se sienten fuertes y alegres de poder manifestar su fe juntos. Es un fin de semana intenso, donde se da formación y sobre todo se comparte las distintas experiencias de vida. La gente para llegar hasta aquí lo hace como puede, en camiones, en las rancheras de los Toyota, dos chavales de Fo Boure se hicieron los 30 kms en bici y estoy hablando de críos de 10 años. Otro modo muy usual es el caminar la distancia que toque. Los pies de los peregrinos siempre me han parecido algo especial. Pies descalzos de alguien que es sencillo y que entiende que el suelo que pisa es sagrado, pues la vida es un continuo encuentro con Dios. Esta vez pedimos a la Virgen, bajo la advocación de la paz, que devuelva la paz a este mundo tan necesitado de ella. Para que os hagáis una idea, participaron quinientos niños en la peregrinación. En total pudimos estar más de cinco mil personas.