martes, 15 de marzo de 2011

La catedral de Gamagui


 El lunes de la semana pasada fui en moto a conocer la comunidad de Gamagui. Allí me sorprendió encontrarme con una catedral de cuatro palos y techo de ramas. Con una sede catedralicia que eran cuatro tablones casi a ras de suelo. La comunidad de Gamagui está comenzando, esto quiere decir que reciben sus primeras catequesis en lengua fulfulde. Son pocos los adultos que se acercan, pero sí que hay muchos niños que curiosos vienen a ver a los blancos. Hacer una apuesta por la religión de los blancos es algo con riesgo en estos poblados, pues son mal mirados los que lo hacen. Criticados en sus pueblos por abandonar el islam o la religión tradicional e incluso, en algunos casos, rechazados. Allí pude recibir la lección de esos catedráticos, los que sientan cátedra porque lo que dicen (con su ejemplo de vida) es verdad contrastada por su sabiduría (la del interior). Recibí la mejor lección de Evangelio que nunca había podido escuchar, gente que arriesga todo por seguir a Jesucristo, gente que se va a comprometer a compartir lo que tiene el resto de su vida, sabiendo que nunca tendrán mucho por esta razón. Es apasionante poder compartir con ellos ese rato de catequesis, donde al final te das cuenta de que te han enseñado ellos más de cómo ser cristiano, que todas las palabras que les podamos haber dicho. El mundo sería mucho mejor si aprendiésemos a impartir lecciones con la humildad de la vida de esta gente.