domingo, 30 de enero de 2011

Un país vecino con mucho calor

 Os escribo en esta ocasión desde Ouagadougou, capital de Burkina Faso, en un rato partiremos para Benín de nuevo. La razón por la que estoy aquí es porque hemos venido a traer a Monseñor Bernard, arzobispo de Tours  que nos ha dado el retiro. Después de una semana de oración, que sienta bien al cuerpo y al espíritu, emprendimos viaje hacia aquí. El calor es intenso, el sábado cuando veníamos estuvimos bajo unas temperaturas que rondaron los cuarenta y cinco grados, podéis imaginar el calor. Dicen que este año se ha adelantado. Aquí nos han recibido los padres blancos en un centro de aspirantes. Hay treinta y dos jóvenes, alguno con carrera terminada y ejercida, estudiando filosofía para luego pasar al noviciado de los padres blancos. Es una gozada ver estas vocaciones tan firmes y serias. Ayer tuve la oportunidad e ir con mi buen amigo Charlin, al que he reencontrado aquí, a una celebración de la misa dominical en un colegio internado. Era impresionante ver como cantaban las 145 chicas que estaban allí y con que atención seguían la celebración. La verdad es que escuchándolas era fácil sentirse cerca de Dios.