viernes, 30 de noviembre de 2018

Descubriendo, aprendiendo

En el camino entre Seeru y Bori
Ya estoy concluyendo mi octavo año en la misión, y este año he descubierto, una vez más, nuevos e interesantes lugares. Al principio de año viaje por el sur de Burkina y entre al norte de Togo, no estuvo mal. En julio fui a conocer Grand Popo y todas las cosas interesantes y bonitas que se pueden ver allí, fuimos en piragua, vimos manglares, el encuentro del río con el mar, y eso que no me habían hablado muy bien del sitio. Si no fuera porque estaba con paludismo, seguro que lo habría disfrutado todavía más. En octubre decidí tomar un camino cercano a la misión que nunca había recorrido, luego entendí porque nunca lo había recorrido, estaba desastroso, pero tenía rincones preciosos y vistas maravillosas. Al final, en la vida, hay que arriesgar y seguir las intuiciones, porque corremos el riesgo de no poder disfrutar de lugares únicos. Pero todo esto es anecdótico, pues lo importante es que sigo aprendiendo muchísimo de esta gente con la que convivo, lecciones de vida que espero no se me olviden. Aprendo de su cultura y de su manera de vivir. No es que todo lo hagan bien, ni mucho menos, pero conservan valores ancestrales que no deberíamos perder, y ellos sí tienen ganas de aprender y de conocer, sobre todo tienen ganas de Jesucristo.