Parece ser que recientemente, el diccionario de la
lengua ha admitido esta palabra como nueva. Pero por desgracia, esta palabra
describe una situación tan vieja como el ser humano. Aporofobia significa odio
al pobre, y eso es lo que nuestra sociedad sigue teniendo. Mucha gente reclama
que el extranjero, sobre todo si es pobre, tiene que entrar de manera legal a
nuestro país. Pues los tres campesinos que han intentado ir a España de
vacaciones, invitados por los antiguos misioneros, tenían todos los papeles en
regla y su visado correspondiente. Pero si es así ¿por qué han estado
encerrados, como si fueran delincuentes, diez días en Bruselas hasta que han
sido deportados? Tenían todos los papeles que les había exigido el gobierno
español, sin embargo la policía belga de fronteras decidió que uno de los
papeles tenía que estar legalizado de otra manera, o bien que cada uno tenía
que llevar en el bolsillo mil quinientos euros. Al no tenerlos, les quitaron
los móviles, para dejarlos incomunicados y les amenazaron con la prisión si no
firmaban su deportación voluntaria. Supongo que el policía vio a tres paisanos
que mirarían todo alucinados, que hablarían entre ellos baribá y que
posiblemente llevaban una ropa que no era la más apropiada para alguien que se
supone con recursos. Ha dado igual la intervención de mucha gente, incluida la
embajada de España en Bruselas, para demostrar que estaban invitados veinte
días y que volverían a sus casas. Al final les han deportado y al llegar a
Cotonou acusado de tener un visado falso. Menos mal que aquí tenían algún
conocido policía que les ha librado de la corrupción, pues les retuvieron para
sacarles dinero. Han sido tratados como delincuentes, cuando sólo habían
aceptado una invitación y puesto toda su ilusión por conocer la tierra de
aquellos que han trabajado durante años en la suya. Algo estamos haciendo mal
cuando estas cosas suceden.