miércoles, 31 de enero de 2018

Poder servir

El otro día se averió el coche a unos cien kilómetros de la misión, tenía visitas y fue un momento incómodo. Llame a un compañero beninés que está a medio camino y sin pensárselo dos veces vino a recogernos y llevarnos hasta casa. Eran las cinco y media de la tarde cuando hice la llamada. Le tocó recorrer con su coche unos doscientos kilómetros por pistas para podernos hacer el favor, lo cual es de agradecer, y es precisamente lo del agradecimiento que quiero destacar. Le dimos bien de cenar para que pudiera llegar a su casa con la tripa llena. Como había estudiado en España, aprovechamos para darle alguna de nuestras viandas típicas y de las que se acuerda siempre con cariño, disfrutó de la cena. Cuando se iba, como es lógico, salí a acompañarle y agradecerle el servicio que nos había hecho, una vez más volví a quedar profundamente tocado por la sensibilidad de esta gente, cuando me dijo: “las gracias te las doy yo porque he podido hacerte este servicio”. Así que poco más pude decir, excepto volver a agradecerle su disponibilidad. Con que naturalidad me dijo esa frase, como si fuera algo normal. Cuando lo normal es que si hacemos un favor, nos den las gracias a nosotros y no al contrario. Toda una lección de sencillez y un regalo para meditar. Camille llegó a las once y media de la noche a su casa y al día siguiente venía el obispo a visitarle por la mañana.