Este
chico gando, de la comunidad de Siki, tiene pocos años, no pasará de los 12.
Desde crío ha estado incapacitado físicamente. En su caso de pies y manos. Por
lo que le han llevado en brazos de un sitio para otro desde que nació. El
pasado mes de abril le dimos una silla de ruedas de las que nos habían llegado
a la misión. Para él fue toda una alegría. Sigue dependiendo de alguien, alguno
de sus hermanos o amigos, pero es más cómodo y más digno. Pues cuando le dejan,
no tiene por qué estar tirado por el suelo continuamente. El caso es que el
chico siempre ha sido alegre y sonriente, sólo habla su lengua que es el peulh.
El otro día me dejó tocado, pues a la salida de la misa del miércoles por la
tarde, me estaba esperando con un gallo. Me dijo que era para mi y me dio las
gracias. Siete meses después de recibir la silla. El crío tiene unas pocas
gallinas y pollos, que entiendo que su familia le ayuda a criar, y quiso
agradecer el detalle que tuvimos con él. La verdad es que es emocionante ver
que los más empobrecidos de la Tierra tienen un corazón generoso como pocos. De
bien nacidos es el ser agradecidos, supongo que Gabriel lo tiene claro, y yo
desde aquí le quiero dar las gracias por ese gesto tan humano y tan olvidado
tantas veces.