jueves, 28 de noviembre de 2013

Arrastrarse

Jano contagiado por la alegría de Marian
Hay gente que desde su nacimiento, como es el caso de Marian, se ve obligada a arrastrarse por el suelo. Pero es una cuestión meramente física. Sin embargo conozco demasiada gente que anda arrastrándose en la vida sin saberlo. Arrastrándose para conseguir más dinero, arrastrándose para conseguir más notoriedad, arrastrándose para conseguir más… El peso de todas esas “necesidades” creadas por ellos mismos les hace vivir oprimidos y son incapaces de levantar la cabeza. En el Evangelio vemos como Jesús endereza a la gente, les hace recuperar su dignidad. Quizá nos falta mirar más arriba y contemplar la belleza del “cielo”. En el caso de Marian, a pesar de su discapacidad física y de ser sordo muda, hace tiempo que mira hacia arriba, que es capaz de sonreír a la vida, que es feliz, hace tiempo que se sabe querida por Dios y vive con toda dignidad. Da gusto verla venir a las catequesis y a la misa, arrastrándose por el suelo, apoyando sus manos en unas sandalias para poder avanzar, pero con una sonrisa cautivadora, que anima a cualquiera. La verdad es que mirar hacia abajo, donde se encuentra ella, es como mirar a lo más alto, pues es un auténtico encuentro con el Amor de Dios. Por suerte, y como siempre gracias a la ayuda de buenos amigos, hemos podido comprarle una silla de ruedas con manivela (que cuesta como una moto) para que pueda moverse más libremente por el pueblo.