martes, 22 de octubre de 2013

La punta del iceberg

 El pasado domingo, con motivo del día de las misiones, recibí unos cuantos correos de felicitación. La verdad es que me hace ruborizar las cosas que alguno piensa de mí y de mi labor por estos lares. Creo sinceramente que se sobrevalora la misión que hacemos los que estamos lejos de casa. Es cierto que hemos renunciado a los nuestros, pero también estamos realizando una labor que llena del todo nuestra vida. No está exenta de dificultades y momentos duros, pero ¿qué vida está exenta de eso? En definitiva, me parece que el problema es que se minusvalora la labor que mucha gente está realizando en su casa, sin salir lejos de ella. Una labor callada, una labor constante, un trabajo incansable para mejorar nuestro mundo. Sin haber mamado eso, yo hubiese sido incapaz de plantearme algún día venir hasta este recóndito lugar. Esa labor que continua haciendo tanta gente es la que me sostiene cada día para intentar realizar mi misión de la mejor manera posible. Sin vuestra oración, sin vuestras ayudas materiales, pero sobre todo, sin vuestro cariño sincero, no sería capaz de afrontar este reto. Creo sinceramente que he tenido la suerte de sentirme a lo largo de la vida muy querido, y mi labor principal aquí es saber querer de manera profunda a cada uno de mis parroquianos. Yo soy sólo la punta del iceberg, sois vosotros los que estáis amando profundamente a esta gente. Dios me ha mostrado siempre su Amor y Amor con amor se paga.