lunes, 28 de octubre de 2013

Compartir es algo deliciosamente duro

Hace un par de fines de semana me fui al pueblo de Bori junto con los responsables del movimiento de los niños de la diócesis. Fin de semana intenso, con trabajo y charlas que dar y escuchar. Es una alegría compartir con los otros los proyectos comunes y las ilusiones para este curso. Sin lugar a dudas tomar un buen sokuru (ñame pilado) con salsa es algo muy agradable, aunque lo tengas que hacer con las manos. Eso sí, siempre que la salsa no esté muy picante. Algo más durillo se hace el desayuno con esa papilla agría que llaman bulli, pero todo puede pasar. Donde realmente uno descubre que empieza a hacerse mayor es cuando toca intentar  dormir toda la noche sobre una esterilla de plástico, con algún escorpión paseando por el lugar (al que vimos lo matamos) y con una temperatura nada fresca. ¿Dónde quedaron los años de campamentos? Me encanta hacer intercambio de culturas, compartir con ellos su vida, pero reconozco que tengo mis limitaciones y que ya no estoy para ciertos jolgorios. Aunque para acabar nos deleitaron con una bebida extraída de los palmerales. Una bebida con alcohol y algo dulce llamada bam. Por suerte algo que siempre se puede compartir es el Amor verdadero, por eso a Jesucristo se le entiende en cualquier cultura.