miércoles, 16 de enero de 2013

¡Qué grandes son los más pequeños!

 El domingo pasado fuimos de visita a las misiones de Kalale y Buka. Tengo una presencia muy especial estos días conmigo, pues mi madre está aquí, con mi madrina y mi hermana pequeña. En Buka nos encontramos a Jesús, el misionero que actualmente está allí, con el presidente de la comunidad, el catequista y un chico de unos 12 años que estaba con la camiseta totalmente ensangrentada. La historia del chaval es simple, ha decidido asistir a la oración de los domingos junto a los católicos. Su padre y su hermano se enfadan y le dicen que no puede ir. Es la tercera vez que le dan una paliza, en esta ocasión le han dejado molido a palos, sin conocimiento, en medio del campo. El chaval no ha vuelto a su casa, se ha dirigido al presidente de la comunidad y al catequista, y estos al misionero. Intentarán solucionar las cosas por las buenas, antes de recurrir a la policía. El chico ha dicho que aunque le peguen el seguirá yendo a la oración, pues de verdad quiere seguir el camino de Jesús. ¡Qué grandes son los más pequeños! Hay que tener valor y convicción en lo que uno cree. Jesús, el misionero, le impuso la cruz de la primera etapa. Nosotros, conmovidos, no nos queda más que rezar para que ese chico pueda ejercer y vivir con libertad y paz lo que cree con profundidad. Una vez más nos llevamos en la mochila una lección de valentía que sólo puede dar Dios.