sábado, 31 de octubre de 2020

Mi primer amor

 

Hace casi diez años que llegue a estas tierras de Benin, más en concreto a la parroquia de Fô-Bouré. A lo largo de este tiempo he vivido diferentes experiencias y he conocido mucha gente. Todo ha sido enriquecedor y sobre todo el poder aprender de esta gente sencilla, alegre, acogedora. Puedo decir que ha sido mi primer gran amor africano. Y como todo primer amor lo recordaré con cariño y siempre habrá una cierta nostalgia en mi corazón. Pero la vida de un sacerdote debe ser entregarse y amar a tope allá donde esté, y estar dispuesto a cambiar cada cierto número de años, sobre todo para no acomodarse, ni acostumbrarse a ciertas rutinas. Eso ayuda también a que las comunidades se enriquezcan conociendo distintos tipos de servidores de sus comunidades. Mi vocación misionera sigue intacta, y por eso cogí con cariño lo que un día el obispo de N´Dali lanzó como un deseo para el que le faltaban sacerdotes disponibles. Este deseo era poder abrir una nueva parroquia en Bwari, lo que implica hacer una nueva división de la antigua parroquia de Bembereke. Después de dialogar con él y con mi obispo de Barbastro-Monzón, me anime a aceptar ese reto y ahora me encuentro en mi penúltimo día de estancia en Fô-Bouré. Crear una nueva parroquia no es cosa fácil, pero con paciencia y la ayuda de tanta gente que me quiere y me sostiene, tanto económicamente como espiritualmente, tengo la absoluta certeza que todo irá bien. Por ahora me quedaré a vivir en la parroquia de Bembereke con un compañero africano, ofertas de otros compañeros no me han faltado, pero creo que esto es lo más lógico. Poco a poco iremos buscando agua, construiremos la misión e incluso si las fuerzas nos acompañan hasta pondremos luz. La gente de la nueva parroquia está muy ilusionada, se pasaban más de cinco meses sin ver al sacerdote en la época de lluvias. Así que espero no decepcionarles.