domingo, 30 de abril de 2017

Acogedoras petitas

 Al poco tiempo de mi llegada a Benin tuve la suerte de conocer en Natitangou a las hermanas franciscanas de la pequeña familia de María, una congregación panameña que lleva en Benín quince años. El nombre es muy largo, por lo que por aquí las llamamos las petitas. Gente sencilla, acogedora, cariñosa, con ternura y mirada limpia. Siempre ilusionadas con sus proyectos y sobre todo con la vida de oración. Cada vez que alguien venía a visitarme, normalmente conocían a estas buenas amigas, y todo el mundo se sintió como en casa, pues nos abrían las puertas de su hogar como si fuéramos alguien más de su familia. Por desgracia las hermanas han sido reclamadas por el obispo de origen para que vuelvan allí. Les obligan a cerrar la misión, son de derecho diocesano y no pontificio. Con gran dolor de corazón tienen que obedecer, aunque no entiendan la decisión, pero no se van de vacío. Han dejado, con su presencia a lo largo de estos pocos años, un recuerdo muy especial en medio de sus gentes, son mujeres que han sabido amar desde la sencillez de S. Francisco y con la humildad y acogida de María. Tienen una chica que acaba de hacer los votos temporales, a ella le han ofrecido quedarse en Benín, pues es lugareña, y buscarle alguna solución, u otra congregación donde poder vivir su vocación. Pero Chimene, que es como se llama, es valiente y está enamorada de su vocación, así que también se va a Panamá, por lo menos a intentarlo. Es la riqueza de la Iglesia, sabemos que no importa donde estemos, pues siempre nos encontramos en familia. Una vez más la vida nos enseña que toca separarse de gente a la que has cogido cariño y amado, pero la misión continua para todos.